22 abril 2010

El Infierno Rodante - Aquiles Nazoa



















El infierno Rodante:


Un crujiente montón
De oxidado latón
Que vomita, al pasar, sobre el viandante
Un humo turbio, fétido, asfixiante.

Unos asientos hechos
Al máximo de estrechos
Provistos de una especie de bojotes
Sucios, rotos, más duros que Monote.

Y en los que usted viaja casi en cuclillas
Sin saber cómo hacer con las rodillas.
Y esto si no le toca ir parado
Besándole el cogote al que va al lado.

Un timbre que no suena
Porque tiene la cuerda reventada,
Y un chofer que no atiende o se envenena
Si se le pide a voces la parada.

Unas descalabradas ventanillas
Con el vidrio atascado o vuelto astillas;
Una lámina entera despegada
Que causa, en un frenazo, una cortada.

Un piso con los hierros levantados
Hundiéndose en los pies de los parados;
Y unas costras oscuras en el piso
Que parecen casabe untado con guiso.

Una puerta de atrás que no funciona
Cuando se va a bajar una persona
O que funciona tan violentamente
Que, de darle donde es, mata a una gente.

Y, sobre todo esto, una hedentina
Tan fuerte y tan tenaz a gasolina,
Que, sin echarse un palo, hasta el más macho
Si hace el viaje hasta el fin, llega borracho.

Este infernal suplicio,
Digno de Adolfo Hitler y su corte
Se llama aquí "Servicio
Público de Transporte".







Autor: Aquiles Nazoa

1 comentario:

  1. Genial. Una muestra más de que no todo era color de rosas en la 4ta. República.

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