13 marzo 2010

21 de marzo Día de la Poesía

escribir+pluma

















Oda a la Poesía


Cerca de cincuenta años
caminando contigo, Poesía.
Al principio me enredabas los pies
y caía de bruces sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos en la charca
para ver las estrellas.

Más tarde te ceñiste a mí
con los dos brazos de la amante
y subiste en mi sangre
como una enredadera.
Luego te convertiste en copa.

Hermoso fue ir derramándote
sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota caída
sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.

Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.

Y seguiste conmigo andando por el mundo,
pero tú ya no eras la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas ahora con voz férrea.
Tus manos fueron duras como piedras.
Tu corazón fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste compañía, no una mujer,
no un hombre,sino miles, millones.

Juntos, Poesía, fuimos
al combate, a la huelga, al desfile,
a los puertos, a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrrín fragante
de los aserraderos.

Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.
Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza fuiste
y todos se acostumbraron
a tu vestidura de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago
delató tu familia, cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.

Yo te pedí que fueras utilitaria y útil,
como metal o harina,dispuesta a ser arado,
herramienta,pan y vino,
dispuesta, Poesía, a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.

Y ahora, Poesía, gracias, esposa,
hermana o madre, o novia,
gracias, ola marina, azahar y bandera,
motor de música,largo pétalo de oro,
campana submarina, granero inextinguible,
gracias, tierra de cada uno
de mis días, vapor celeste y sangre
de mis años, porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa de los pobres.

Porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía, porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.



Autor: Pablo Neruda

No hay comentarios:

Publicar un comentario